En un Halloween que amenazaba por estar saturado de disfraces de Donald Trump y Margot Robbie como “Harley Quinn”, ocurrió un fenómeno curioso durante el transcurso de escasos siete días: Un sketch de Saturday Night Live provocó que un horrible atuendo consistente en un traje negro estampado con calabazas color anaranjado se agotara en los comercios.
La premisa del sketch, en opinión de su protagonista Tom Hanks, resultaba bastante… singular. Una pareja entra a una atracción de Halloween ubicada en un supuesto elevador que los lleva a recorrer “100 pisos de espantos”. Cada piso ofrece un “terror” convencional: el fantasma de una mujer vestida de novia, un mesero que ofrece una cabeza humana en un banquete, todo muy cliché.
Hasta que el elevador se detiene en un piso totalmente sui generis: hay dos tipos vestidos de esqueletos flanqueando a un hombre vestido con el mencionado traje estampado con calabazas, quien se presenta sonriendo como “David Pumpkins”. Antes de que la pareja pueda reaccionar, Pumpkins y los esqueletos realizan una breve y torpe coreografía acompañada de música electrónica… y ya. Las puertas se cierran.
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El sketch prosigue con la pareja preguntándose quién demonios es el tal “David Pumpkins” (quien después vuelve a aparecer en otro piso añadiendo la inicial a su nombre completo de “David S. Pumpkins”) y por qué tanto él como sus afeminados esqueletos bailarines aparecen en una atracción de terror. “¿Es de un comercial local o algo?”, pregunta la mujer al hombre que opera el elevador, quien parece ser abordado habitualmente con dudas de esta índole.
Sin mencionar el final del sketch, que corona toda su existencia con un “punchline” visual muy acertado, es curioso ver cómo un programa con más de 40 años de existencia se las sigue ingeniando para influenciar la cultura popular con ocurrencias que se vuelven fenómenos virales. Las tiendas de disfraces reportaron que el atuendo utilizado por Hanks en el programa se agotó por completo, después de ser uno de esos productos que languidece en los estantes durante años y años sin que nadie les prestase atención.
Cuentas de Twitter con el nombre y el rostro de David S. Pumpkins proliferaron de la noche a la mañana. Las camisetas apócrifas con el sonriente Hanks se están vendiendo a gran velocidad en la red. Y las preguntas en torno al personaje y a la experiencia del veterano actor interpretándolo ya rebasan las que le hicieron acerca de su interpretación del piloto Chesley “Sully” Sullenberger en la reciente película autobiográfica. Este Halloween le pertenece a Pumpkins.
Más allá de estudiar lo ocurrido, me gustaría ahondar sobre los tres ingredientes que me parecen necesarios para que un fenómeno mediático se viralice con tanta fuerza:
Falta ver si el personaje de David S. Pumpkins dura hasta el próximo Halloween, pero me dan gusto dos cosas tras este súbito fenómeno: descubrir que el humor sigue siendo la carta fuerte dentro de la vasta genialidad de Tom Hanks… y saber que SNL, contra lo que puedan afirmar sus detractores, está lejos de caer en la irrelevancia.
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