Las redes sociales son las plataformas ideales para los famosos compartir y estar más cerca de sus fanáticos. Igualmente, ya está más que comprobado el potencial y alcance que las mismas tienen en las audiencias globales, así como también, su rol de poderosos agentes de cambio social. Pero, con la libertad de expresión que las redes nos ofrecen, y mientras más personas tienen acceso a las mismas, mayores son los retos que se nos presentan.
Existe un fenómeno llamado trolls. Un tipo de usuarios de las redes que presenta ciertas particularidades, especialmente en la manera en cómo usa y se comunica en el espacio digital. Entre sus características más importantes están causar conflictos y controversias. La negatividad es su bandera, también son grandes promotores del bullying. Lo que nos lleva a pensar que son personajes ávidos de atención y con una necesidad enfermiza de viralizar sus comentarios y ataques malintencionados. Además, todo lo hacen con la máscara del anonimato como escudo.
Los trolls han incrementado su presencia online. Este año muchas personalidades han sufrido las consecuencias de caer bajo los insultos de estos saboteadores de oficio. Justin Bieber es la más reciente celebridad en abandonar Instagram tras los insultos en contra Sofia Richie. Como dato curioso, el cantante canadiense tiene en las redes casi tantos seguidores (78 millones) como habitantes tiene Alemania (80.6 millones). Y con todo este poder de convocatoria, no se salvó de la amenaza de los trolls.
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Y por más que me cueste darle espacio en los medios digitales a estos personajes, es importante concientizar a los internautas de los desafíos a los que nos enfrentamos. Qué mejor ejemplo que todo lo ocurrido a las personalidades del mundo del entretenimiento, a los atletas o a los comunicadores sociales que han sido víctimas de sus prácticas. Si los famosos pasan por esto y no tienen otra salida que acudir al éxodo digital, qué quedará para el resto de las personas. Por ejemplo, los niños y adolescentes víctimas del cyberbullying o del acoso en línea.
En esta nueva cultura de insultos la batalla es compleja. Los ataques no son solamente contra el aborto, la homosexualidad o las drogas. Cualquiera puede se objeto del bullying, las novias de los famosos, los comentarios que éstos hacen, videojuegos, ropa o incluso una película como Ghostbusters.
Leslie Jones, una de las protagonistas del reboot de los 80, decidió en julio cerrar su cuenta de Twitter, cansada de recibir mensajes racistas y misóginos a través la red social. La actriz sentó un precedente muy importante porque Jack Dorsey, cofundador de Twitter, tomó cartas en el asunto y algunos de sus acosadores fueron suspendidos, cosa que no es muy común en estas redes sociales.
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Normani Kordei, del grupo Fifth Harmony, también dejó Twitter por los constantes comentarios racistas que recibía. Antes de abandonar la red social, explicó los motivos que la obligaron a cerrar la puerta digital. “En la última semana, y especialmente en las últimas 48 horas, no solo he sido acosada en las redes sociales, sino que he sido acosada con tuits racistas y fotografías tan horribles que ya no puedo seguir exponiéndome a tanto odio”, escribió Kordei.
El número de famosos que han abandonado las redes sociales ha incrementado exponencialmente. Sandra Bullock, Daisy Ridley, Julia Roberts, Brad Pitt y Angelina Jolie son solo algunos de ellos. Precisamente porque muchos se ven frustrados ante la pasividad de estas plataformas en continuar permitiendo este tipo de comportamientos.
Estos son algunos de los desafíos que nos presentan la inmediatez, la conectividad y la libertad de expresión que nos brindan las redes sociales. Los troll están para quedarse, y depende del esfuerzo de todos, facilitar y moderar las interacciones de estos personajes anónimos del resentimiento.
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