Hace unos seis meses, cuando The Walking Dead mostró su final de temporada a un público expectante, ocurrieron una serie de reacciones viscerales por un considerable sector del público y la crítica. Y todo se debió a que los creadores de la popular serie de AMC echaron mano de uno de los recursos más añejos para cautivar a la audiencia: el cliffhanger.
Repasando el episodio: los héroes de la historia caen en las garras de sus enemigos, cuyo líder es un cínico e imponente hombre llamado Negan (Jeffrey Dean Morgan). Negan obliga a los cautivos a arrodillarse frente a él, les tira un discurso en el que asevera, sin confundir términos, que uno de ellos va a morir, y después cumple la amenaza golpeando a uno de los desdichados con el bate cubierto de alambre de púas a quien se refiere afectuosamente como “Lucille”.
El problema para quienes protestaron vehementemente sobre lo visto en pantalla no giró en torno a la violencia. Sería un poco absurdo, considerado que The Walking Dead es un éxito rotundo en ratings y siempre se ha caracterizado por mostrar escenas francamente difíciles de imaginar para el público televisivo. No, la razón del descontento es que los últimos cuadros nos mostraron la ejecución vista a través de los ojos del ejecutado, así que nunca supimos quién de los protagonistas fue victimado por Negan y su adorada Lucille.
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Los foros de discusión en Internet estallaron contra el creador Robert Kirkman y el productor Scott M. Gimple, quienes se habían atrevido a dejar en suspenso a millones de miembros de la audiencia con una descorazonadora maniobra. Críticos como Alan Sepinwall de HitFix declararon que dejarían de reseñar semana a semana los sucesos de la serie, una postura adoptada por otros miembros de los medios. Y sin embargo las protestas parecen haber sido tan inútiles como infundadas. En primer lugar porque el “calentado de motores” rumbo al regreso de la serie este domingo anticipa una audiencia sin precedentes para esta franquicia. Y en segundo lugar porque es un recurso válido en la narrativa.
¿Irritante? Claro que sí. Pero el cliffhanger data desde los primeros seriales radiales y cinematográficos, tomando su nombre de la recurrente imagen (visual o auditiva) en la que el héroe o heroína quedaban colgando al borde de un acantilado al final de cada entrega, y el público tenía que esperar pacientemente el próximo episodio para saber su destino.
La serie Dallas mantuvo a toda la nación en vilo al final de una temporada transmitida en 1980, con el episodio en el que el antihéroe J.R. Ewing (Larry Hagman) recibía un disparo al término del episodio sin que conociéramos la identidad del agresor. The Simpsons emularon ese histórico episodio en los noventa al situar a Mr. Burns en una situación similar, y dejar que la gente especulara durante todo el verano sobre la suerte del magnate y el nombre de su victimario. ¿Por qué tanta molestia, entonces?
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Mi tesis en torno a esa reacción tan exagerada en contra del cliffhanger es que vivimos en la era del spoiler: en el fondo no queremos que nos arruinen la sorpresa, pero queremos contar con la opción de arruinárnosla nosotros mismos si así nos place. ¿Revivirá Jon Snow en Game of Thrones? Suponemos que sí, pero en vez de esperar a que la nueva temporada regrese para revelar la verdad nos ponemos a estudiar minuciosos rumores sobre testigos que vieron al actor Kit Harington en un vuelo a Irlanda, donde la serie de HBO grababa los nuevos episodios. Nos quejamos de una película por no ser capaz de sorprendernos, pero prácticamente exigimos más y más tráilers con nuevas imágenes para poder armar nuestra narrativa preliminar de lo que sucederá a cuadro. Sería más fácil esperar al estreno, ¿o no?
Pero no: los grandes filmes siguen contándonos prácticamente toda la trama con sus tráilers y “escenas exclusivas” (Avengers: Age of Ultron, Suicide Squad) y eso nos parece de lo más normal. Sin embargo cuando una serie decide que hacernos esperar es la mejor herramienta para aumentar nuestro interés, nos quejamos amargamente. Ojo: esto aplica sólo para narrativas de ficción. Cuando Donald Trump dijo en el debate que “nos dejará en suspenso” respecto a su aceptación de los resultados en las próximas elecciones, no nos está haciendo ningún favor como audiencia. ¿Pero tratándose de una serie de zombies? Vengan más misterios, siempre serán apreciados.
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