La nueva versión de Ghostbusters está por estrenarse, enfrentando una combinación de rechazo por parte de un sector de fans de la original y entusiasmo genuino de quienes ven las grandes posibilidades que ofrece su elenco. Aunque las opiniones sobre la validez de los remakes están igualmente divididas, hay que admitir que son una realidad por la cual Hollywood sigue apostando. Y más aún: creo que hay varios títulos que, en las manos adecuadas, se verían beneficiados a través de una versión moderna. Así que hice un par de sondeos en línea, eché mano de mis memorias fílmicas más añejas y enlisté varios filmes como candidatos viables.
Creo que una de mis primeras decepciones como audiencia cinematográfica ocurrió durante la infancia con Flash Gordon (1980). Entré a la sala esperando una nueva Star Wars y salí un poco mareado por los colores estridentes, los sets baratos y los arcaicos efectos visuales. Incluyamos tecnología moderna, respetemos el soundtrack del grupo Queen (lo único genial de la original), coloquemos a un Chris Hemsworth de protagonista y listo: ¡Que lluevan los billetes en la taquilla!
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Otra historia firmemente fincada en mis recuerdos es Gremlins (1984). Me parece que la tecnología sería capaz de lograr algo interesante reimaginando a estas complicadas mascotas míticas, pero sería curioso verlas en manos de Peter Jackson, para ver si recuerda sus inicios haciendo cintas de animación con tintes oscuros. Es el caso también de The Running Man (1987), basada en un libro de Stephen King y con un final esperanzador. No, cambiemos a Arnold Schwarzenegger por Mark Wahlberg, a María Conchita Alonso por Eva Mendes y dejémosle el sombrío final original.
¿Sería un sacrilegio rehacer Labyrinth (1986) estando tan cercano el deceso de David Bowie? Quizá, pero la original no se ha sostenido muy bien. Y me intrigaría ver a Benedict Cumberbatch como Goblin King. The Neverending Story (1984) es otra película que también mejoraría con algo de CGI y un elenco actual. Si no me creen, vuelvan a ver ambas cintas y descubrirán que han envejecido peor que Tara Reid.
Vamos a remontarnos a temas más serios. Una de las primeras y más brillantes películas de Sylvester Stallone (con Rutger Hauer como villano) sería un éxito en esta época de terrorismo urbano y policías que tienen que jugar sucio para atrapar al malo: me refiero a Nighthawks (1981). Ese mismo año el director Michael Mann estrenó Thief con James Caan como un ladrón de joyas que es reclutado por un mafioso para un “último trabajo” y termina involucrado en una conspiración a gran escala. Brad Pitt podría funcionar como protagonista, ahora que ya aprendió a actuar.
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Dejemos por un momento la década de los 80 y avancemos en el tiempo. Sí, seguro Jumanji (1995) te trae gratas memorias del querido Robin Williams, pero la película es más que su interpretación. Se hizo en una época en la que los efectos por computadora estaban en pañales… y se nota. Poco antes se estrenó Street Fighter (1994), una de las peores películas de la historia que además fue la última aparición en cine del gran actor Raúl Juliá, así que creo que hay posibilidad de hacer algo mejor para que nos olvidemos de este fracaso.
Las películas basadas en cómics también cuentan con varios exponentes que merecen versiones actualizadas y mejoradas. Spawn (1997) es el primer ejemplo: uno de los cómics más relevantes de su época, con una película más mala que consumir ostiones sin refrigerar. Le sigue de cerca Constantine (2005), que Keanu Reeves intentó sacar adelante con cierto aplomo, pero que se queda lejos del impacto de las novelas gráficas. Y para qué mencionar Green Lantern (2011), que redujo a uno de los superhéroes más queridos de la historia a un bufón con un extraño traje animado. Eso sí: tómense su tiempo para hacer todas estas películas, ya tuvimos suficiente de productos mal cocinados cuyas historias parecen escritas por una licuadora.
Incluso las versiones fílmicas de exitosas series de TV de antaño merecen mejores tratamientos. ¿Alguien recuerda Lost in Space (1998) con Matt LeBlanc como estrella? Esta película desperdició los talentos combinados de dos monstruos de la actuación (Gary Oldman y William Hurt) para ofrecernos una confusa y mediocre historia. Y ni qué decir de Wild Wild West (1999), el primer tropiezo espectacular de Will Smith como estrella de Hollywood, que ni el trasero desnudo de Salma Hayek logró rescatar en la taquilla. Ambas series eran entretenidas y ágiles, ¿por qué no pueden replicarlas en el cine?
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Ciertas leyendas fílmicas cuentan con algunas películas dignas de reimaginación moderna. Es el caso de The Eiger Sanction (1975), con Clint Eastwood como un asesino profesional que tiene que descubrir quién de sus compañeros en una expedición alpina es un espía ruso. El vehículo ideal para que Hugh Jackman vaya dejando atrás a Wolverine, ¿cierto? Michael Douglas en The Star Chamber (1983) es perfectamente emulable: un grupo de jueces que vuelve a “enjuiciar” a criminales liberados por tecnicismos, asignándoles condenas mortales. Esa gran premisa no se ha hecho vieja, y está lista para un Matthew McConaughey.
Entre las sugerencias que obtuve en la red estuvo Enemy Mine (1985), la peculiar historia de un humano y un extraterrestre varados en un planeta desierto (incluso me recomendaron que el remake incluya a Ben Foster y Jamie Foxx). Y no estaría de más pecar de ambiciosos y reunir a un desfile de A-listers para una versión moderna de The Towering Inferno (1974). Digo, si los reunimos para cursilerías como New Year’s Eve, ¿por qué no hacerlo con cine de desastres?
Claro, sobrará quien me diga que pedir más remakes es un atentado a la imaginación, a la creatividad y a todo lo que es sagrado en el cine. No me importa, creo que las buenas historias pueden (y deben) contarse de más de una manera. Y bueno, si algún productor toma alguna de estas ideas… recuerde que lo leyó aquí, ¿estamos?
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