El aclamado actor mexicano Gael García Bernal es conocido en la industria por ser sumamente selectivo con los personajes que decide interpretar. El protagonista de éxitos como Amores Perros (2000) y El Crimen Del Padre Amaro (2002) ha forjado una carrera que trasciende fronteras. Su más reciente interpretación lo llevó a adentrarse en el Amazonas para darle vida a un misterioso hombre que vive en la selva y que decide ayudar a una familia local agredida por una banda de rufianes quienes quieren apoderarse de sus tierras.
La película lleva por nombre El Ardor. Fue escrita y dirigida por el argentino Pablo Fendrik, quien le inyectó elementos de Spaguetti Western a todo el asunto lo que convierte al filme en una peculiar oferta. El proyecto fue estrenado en el Festival de Cannes en 2014 y aterriza en norteamerica este viernes 17 de julio.
García Bernal se encuentra en Chile filmando la nueva película de Pablo Larraín titulada Neruda. El intérprete se ausentó del set de filmación por unos instantes para platicar con Variety Latino acerca de El Ardor.
¿El guión te tomó por sorpresa?
Gael García Bernal: No, no tanto. Esta era una propuesta que venía platicando con Pablo Fendrik desde hace cinco o seis años. Al principio, la película era otro tipo de animal y fue desarrollándose. Siempre se me hizo algo muy original e interesante.
¿Cómo fue concebida la idea de inyectarle elementos Western a la propuesta, ¿fue algo que ocurrió naturalmente?
La película empezó a tomar forma justo cuando se decidió darle cabida al género Western. Eso sucedió antes de reescribir el primer tratamiento. En realidad, la película iba por otros lados al principio. No sucedía en la selva. En el momento en que se decidió hacerla allí todo se volvió muy interesante. El entorno natural del Western es un espacio de muchos recursos, una tierra de oportunidades. Aquí existe el acaparamiento de tierras y un sistema sin ley.
Siempre escoges papeles que llevan un mensaje de justicia social ¿por qué?
Me llama la atención, además, siento que es un drama eterno. La historia de Caín y Abel era un problema de tierras básicamente. Hay una diferencia entre trabajar la tierra y amarla. Hay dos núcleos de personas que viven en la selva. Uno busca malograr, pervertir y extraer todo el beneficio que pueda destruyendo todo ese bello ecosistema. El otro cohabita en ese espacio y lo sostiene. Este es un drama que se puede extrapolar a cualquier situación social o a cualquier contexto. Es más, se podría definir a las personas de una u otra forma: a los que les importa y a los que les importa un carajo.
Tu personaje es bastante visceral, casi no tiene dialogo y es una interpretación muy física, ¿Fue un reto?
Es complicado. Creo que el personaje tiene como diez diálogos nada más. Fue un reto porque nunca había hecho algo así. Me encantó hacer escenas de acción, me pareció muy entretenido.
¿Cómo fue trabajar junto a la brasileña Alice Braga y al lado de muchos otros actores argentinos?
Alice y yo somos amigos desde hace mucho tiempo y es quizás una de las mejores actrices con las que puede uno trabajar en la vida. De hecho quiero hacer todo con ella [risas]. Me parece fantástica. Creo que ese es el tenor de la película, todos éramos muy cercanos. También con Pablo Fendrik y por ejemplo Claudio Tolcachir con quien he compartido mucho. No estoy desacostumbrado a inmiscuirme en producciones multiculturales, la mayoría de las películas que he hecho son así.
¿Qué fue lo más difícil de trabajar en la selva?
En la época del año en que se filmó la película hacía frío. Estar semidesnudos en la jungla y actuar es complicado. Eso pa’ empezar [risas]. Luego, hay cierta hora del día donde los bichitos salen y pues es difícil conservar una postura muy estoica como la que teníamos que mantener, pues los bichitos navegan alrededor de tus ojos. Es un poco complicado tenerlos abiertos. Fue casi imposible.
Todos los personajes están muy bien escritos y los villanos son muy humanos. ¿Qué piensas de ellos?
Ellos son como estos interlocutores de las esferas del poder. Es una labor desagradable e increíblemente jodida y mezquina, son unos mercenarios. Además, tienen la particularidad de ser una familia que se ha dedicado a eso. A mí me parece muy interesante la labor de los antagonistas en esta película.
¿Qué puedes decir de Pablo Fendrik? ¿Qué lo distingue de otros cineastas con los que has trabajado?
Habla muchos idiomas del cine. Le gusta experimentar. Es muy bueno para rebotar ideas y jugar con propuestas. Creo que está haciendo una carrera genial. Ha hecho películas muy pequeñas, esta es quizás la más grande que ha concebido y la que realizará a continuación va a ser muy interesante.
¿Qué otros proyectos tienes por allí?
Ahora estoy haciendo una película con Pablo Larraín, el mismo director de No. De hecho, estoy dejando de estudiar mis escenas para hablar contigo [risas] y ya pronto comenzaré el rodaje de la segunda temporada de Mozart in the Jungle.
¡No te olvides de ver El Ardor en cines y en VOD desde este 17 de julio!
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