Holly Hunter, Anne Bancroft, Charles Durning
Bob Marshak/Polygram/Egg/REX/Shutterstock

Podemos acordar que la Navidad le ha dado a la cinematografía muchas obras memorables (y una buena cantidad de fiascos, para compensar). El día de Año Nuevo también tiene su aporte en el Séptimo Arte, y está claro que Halloween goza de buena fama en el género de terror, por obvias razones. ¿Pero qué pasa, entonces, con el Día de Acción de Gracias?

Haciendo un repaso de los mejores y peores filmes que giran en torno a esta festividad, resulta claro que no hemos llegado al punto de contar con una película emblemática para este festejo.

Lo que más se acerca a un triunfo es Home for the Holidays (1995), un drama dirigido por Jodie Foster protagonizado por Holly Hunter, Robert Downey Jr. y Anne Bancroft que por lo menos cuenta con magníficas actuaciones (Downey Jr. es particularmente memorable como el hijo gay que llega con su novio al hogar de sus padres), pero lo cierto es que es una película más que ahonda en la disfuncionalidad familiar como base del conflicto.

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Es curioso que el tema de “la familia que se reúne termina por caer en peleas y recriminaciones” sea tan predominante en esta clase de películas. La fiesta, en sí, es quizá una de las mejores tradiciones netamente estadounidenses, cuyo propósito va más allá del mercantilismo navideño o el patriotismo exacerbado del Día de Independencia. Thanksgiving implica reunirse con la familia para dar gracias, así de simple. ¿Por qué tanto énfasis en tipificarlo como un día de peleas, discusiones, desacuerdos y rencillas sacadas a flor de piel?

Aquí es donde algunos sagaces lectores señalarán Planes, Trains and Automobiles (1987) del director John Hughes como una joya del cine de Día de Gracias. Y es una joya, no cabe duda… pero no es propiamente sobre el Día de Gracias. Es más bien una road movie perfectamente ejecutada, con dos memorables actuaciones cortesía de Steve Martin y John Candy, pero todo el propósito es la lucha de los protagónicos por llegar a casa para festejar en familia, con un país paralizado por la nieve.

Es el mismo caso de la infravalorada Dutch (1991) que John Hughes escribió en un tema similar para el director Peter Faiman: Ed O’Neill es el sencillo everyman que accede a traer al exasperante y snob hijo de su novia (Ethan Embry) a casa para el Thanksgiving, en un viaje en carretera que se complica a cada paso por la animadversión entre el adulto y el difícil adolescente. Como comedia funciona, pero las fecha es sólo el motivo de la odisea.

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The Ice Storm (1997) es otra gran película en la que Ang Lee explora las frustraciones y el hastío de una familia suburbana durante estas fiestas, pero el tema central tampoco es la ocasión en sí. Y si bien Scent of a Woman (1992) se desarrolla en las fechas del Día de Gracias, no se trata propiamente de las mismas, sino de un ex militar cegatón que pasa un par de horas gritándoles a Chris O’Donnell. Sí, ya sé que esa no es la trama exacta, pero discúlpenme si aún me duele que Al Pacino se haya llevado el Oscar por esta formulaica actuación, y no por joyas como Serpico, Dog Day Afternoon o la saga de The Godfather.

El resto de las aportaciones no es precisamente legendario. Está Pieces of April (2003) como otra predecible “celebración” de la disfuncionalidad familiar americana. La bien intencionada pero irregular What’s Cooking? (2000) no logra comunicar todo lo que pretende en su intento por seguir las celebraciones de cuatro familias de distintas razas. Y mejor no hablamos del interminable desfile de producciones explícitas para TV creadas por Hallmark, Disney, ABC Family y otras cadenas que han hallado una vena creativa en el sentimentalismo.

Así pues, realizadores, les tengo buenas noticias la próxima gran película sobre el Thanksgiving está aún por realizarse. Uno de ustedes tendrá la oportunidad de crear el filme emblemático que definirá esta fiesta. Sólo recuerden algunas reglas básicas: eviten los estereotipos absurdos, no caigan en la tentación de hacer que todas las familias sean ejemplos de odio e intolerancia, busquen la empatía que muchos sentimos con el acto de ser agradecidos y no olviden el pavo. Es más, pásense por alto las tres primeras reglas que les mencioné y sólo muestren a alguien cortando rebanadas de un jugoso pavo, con eso me harán sentir feliz.

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