Una de mis labores editoriales consiste en reseñar películas. Puedo decir que es la clase de trabajo que haría aunque no me pagasen, en parte porque soy muy aficionado al cine y también porque es uno de esos gustos que se encarecen cada vez más. Pero últimamente he experimentado algo extraño al sentarme en mi butaca, flanqueado por esa bebida demasiado grande y esa cubeta de palomitas cubiertas de la predecible grasa con sabor vagamente asociado con la mantequilla.
No hay una gran película veraniega.
En efecto, estamos prácticamente a mediados de agosto y no tenemos aún ese gran blockbuster que unifica criterios, que genera memes espontáneos en las redes y que salta a la conversación cada vez que nos topamos con amigos. Nos ha faltado ese “¿Ya viste ‘tal’ película? ¡No puedo creer cuánto la disfruté! ¿Te pasó igual?”
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Este verano ha estado más flojo que la cobertura olímpica de NBC, y ya es decir. No es sólo percepción mía: la taquilla en Estados Unidos ha mostrado una caída hasta del 22% con respecto al año previo. Esto no era del todo inesperado, pues tres sólidos éxitos del verano del 2015 (Jurassic World, Furious 7 y Minions) gozaron de recaudaciones multimillonarias que desbalancearon los pronósticos respecto al presente año.
Sin embargo este era un verano que prometía más. ¿Cómo podría fallar? Abriendo con una de las películas más ambiciosas de Marvel (Captain America: Civil War), seguida de cerca por otra anticipada cinta de superhéroes (X Man: Apocalypse), además de secuelas a cintas veraniegas de probada eficacia (Alice: Through The Looking Glass, Independence Day: Resurgence, Star Trek Beyond), otras que remitían a la nostalgia ochentera (Teenage Mutant Ninja Turtles: Out of the Shadows, Ghostbusters) y varias cintas animadas con potencial de grandeza (Finding Dory, The Secret Life of Pets). De postre sólo faltaba el gran banquete visual de Suicide Squad, rescatando la credibilidad fílmica de DC Studios.
La historia ya la conoces: Fuera de Captain America y las películas de animación, ningún otro filme pudo conectar con el público global como para recibir la distinción oficial de ser “la película del verano 2016”. Sí, Suicide Squad tuvo un magnífico estreno, pero las malas críticas han mermado en gran parte su potencial de tener una larga vida en las salas de cine, así que se espera que termine con números más bien moderados. Ni en los villanos se puede confiar hoy en día, caramba…
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¿A qué se debe este verano que anunciaba grandes explosiones y va cerrando con la pólvora mojada? En parte hay que admitir que hay una sobrepoblación de superproducciones. Los llamados tentpoles encuentran más y más filmes compitiendo por la atención del público en fechas que cada vez se acercan más entre sí, sencillamente porque hay un número limitado de fines de semana entre el Memorial Day y el cierre del “verano cinematográfico”.
Otro aspecto a considerar (y que valida el punto anterior) es que muchos de los grandes éxitos de este verano… ocurrieron fuera del verano. Es paradójico, pues películas como The Jungle Book, Deadpool o Zootopia ciertamente se sienten como producciones veraniegas, pero programaron su corrida comercial para los cómodos meses entre febrero y abril, con magnífica respuesta por parte de la audiencia. ¿Películas de verano en primavera e invierno? Claro que sí. Tanto Fantastic Beasts and Where to Find Them como Star Wars: Rogue One están programadas para los últimos meses del año, y sería una gran sorpresa descubrir que cualquiera de las dos producciones no respondiera a la altura de lo que se espera de sus respectivas franquicias.
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Por último me atrevo a pensar que el elemento social que cimienta la percepción de éxito de una película ha estado claramente ausente en este verano. Es probable que las distracciones del surreal proceso electoral norteamericano hayan robado cámara, pues Donald Trump es una auténtica máquina inspiradora de memes y parodias. O a lo mejor hemos estado muy preocupados por tragedias mundiales, oleadas de malas noticias y fenómenos como Pokémon Go en vez de comentar las peculiaridades culturales que aportaron Warcraft o The Legend of Tarzan. Bueno, quizá estas dos películas son mal ejemplo, pero se entiende el punto, ¿cierto?
En lo personal, no pierdo la esperanza. Sí, este fue un año flojo, pero siempre quedan otros años, otros veranos, otras franquicias que sí cumplen lo que prometen en sus tráilers, otras películas que dan la sorpresa y destacan frente a las producciones “demasiado grandes para el fracaso”. Nada más espero que no tarden mucho en volver, pues estas palomitas me saben cada vez más a decepción.
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