Warcraft
Cortesía de Legendary Pictures

Recuerdo mis momentos de desilusión hace tres años cuando Pacific Rim, del director Guillermo Del Toro, recaudaba modestos montos en la taquilla de Estados Unidos. Evidentemente una mala labor de promoción, nula presencia de mercancía en las tiendas de autoservicio y la falta de familiaridad con el género estaban conspirando para hacer que la película de robots gigantes luchando contra monstruos de igual tamaño no fuera un éxito rotundo. La idea de ver desarrollarse una nueva franquicia ante mis ojos palidecía.

Y de pronto, lo inesperado: China llegó al rescate.

Mientras que la audiencia en EEUU generó ingresos por $102 millones de dólares, algo decepcionante para una producción de elevado presupuesto, el público chino rebasó la cifra con US$112 millones. Al final de su paso por cines, el filme se había embolsado US$411 millones a nivel global, y de pronto las conversaciones en torno a una posible secuela se materializaron con claridad.

A veces cuesta trabajo entender lo prodigiosamente grande que es el mercado cinematográfico en China. Estamos hablando de más de 39,000 pantallas, cifra que sigue en crecimiento al punto de que esta nación rebasará a la Unión Americana a finales del 2017 como el más grande consumidor de cine en el mundo. No es una simple estimación, sino una inevitabilidad que tiene a los estudios y a los distribuidores frotándose las manos.

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El fenómeno ocurrido con Pacific Rim de ninguna manera es una anomalía. Cada vez se escucha más de productos que pueden triunfar o no en el mercado doméstico, pero que reciben una acogida fenomenal en el lejano oriente. Esta semana ocurrió otro caso interesante con el estreno de Warcraft. La película, basada en el videojuego online, obtuvo cifras más bien moderadas en el mercado norteamericano, además de ser destrozada por los críticos. La producción a cargo de Legendary Pictures contaba con la promisoria presencia de Duncan Jones como director, además de un reconocimiento claro de marca. Sin embargo, la respuesta del público no mostró nada promisorio: apenas US$24 millones en el fin de semana inaugural.

Y luego empezaron a llegar los reportes de mercados foráneos. El impacto de la película en países donde el videojuego tiene arraigo era de esperarse, claro, pero nadie anticipó la sorpresa que la audiencia china tenía preparada: US$156 millones tan solo en el fin de semana festivo. Esto la coloca como uno de los más grandes éxitos en la taquilla de ese país, y a este paso podría destronar a Furious 7 como la campeona absoluta en dicho mercado.

Son buenas noticias para Universal, sin duda, pues a estas alturas el público chino por sí solo le ha hecho recuperar prácticamente todo el presupuesto de producción (US$160 millones). La cinta no depende de actores de renombre para promoverse, y depende en gran medida de CGI y montajes espectaculares para provocar impacto, así que la respuesta de este singular mercado debe estudiarse cuidadosamente, si es que se quieren replicar esta clase de alentadores resultados.

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Si bien esta apertura comercial está modificando el paradigma de lo que Hollywood entendía por hacer y distribuir películas, hay diversos factores culturales que habrá que analizar a detalle. Por una parte la relación entre los estudios y sus socios comerciales en China está planteando nuevas reglas para incrementar el interés del público en esa región del planeta. Cada vez hay más superproducciones que ubican parte de sus tramas en diversas partes de ese lejano país con tal de gozar con ciertos privilegios fiscales o apoyos para rodar bajo condiciones óptimas.

Transformers: Age of Extinction hizo uno de estos pactos con una provincia china, para después terminar en un embrollo legal por no haber respetado al pie de la letra los parámetros del acuerdo. No obstante, la mediocre película tuvo un impacto contundente en la taquilla, así que se puede pensar que el experimento funcionó. La inclusión de actores chinos dentro del elenco también se está tornando en una práctica habitual, abriendo las puertas para que occidente se familiarice más con talentos como Daniel Wu o Yao Chen, quienes comienzan a dejar huella en producciones norteamericanas.

La gran incógnita, sin embargo, es ver cómo replantean los estudios las prioridades en estudios de mercado para aprobar nuevas producciones millonarias. Temas que comenzaban a ser trillados para la audiencia en este hemisferio pueden ser novedosos o probados éxitos en el mercado chino. ¿Y si una película protagonizada por, digamos, Nicolas Cage, arrasa en la taquilla? Es posible ver resurgimientos de carreras que dábamos por muertas, sin duda alguna. De este lado del océano habrá que preocuparse por la inasistencia a salas en películas como Warcraft, pero todo indica que hay otro cliente satisfecho, en un rincón lejano, dispuesto a reescribir la forma de hacer cine. Yo no tengo ningún problema con ello, siempre y cuando esto signifique más películas de robots gigantes vs monstruos gigantes.

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