Amy Schumer en formation

Decir que Amy Schumer es polarizante es afirmar algo que deberíamos callar por obvio. La comediante se ha convertido en un ícono del humor dentro de un difícil terreno dominado por el sexo masculino, así que suele tomar riesgos y, por consiguiente, atraer atención positiva y negativa en igual medida.

Por eso llama mucho la atención lo ocurrido hace unos días, cuando se difundió un video donde Amy hace lip-sync sobre “Formation”, el inmensamente popular tema musical que Beyoncé ha inmortalizado a través de su omnipresente álbum Lemonade. Y no estuvo sola a la hora de emular a la esposa de Jay-Z: en la grabación le acompañaron Goldie Hawn, Wanda Sykes, Raven Goodwin, Joan Cusack y un sinnúmero de mujeres que participan con ellas en la filmación de una película en Hawái.

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Las reacciones ante este gesto fueron abrumadoramente negativas. Huffington Post tachó el video de “incómodo”, mientras que centenares de mensajes en Twitter popularizaron el hashtag #AmySchumerGottaGoParty. Los árbitros de lo políticamente correcto comenzaron por tachar el gesto de irrespetuoso, y se lanzaron múltiples acusaciones de “apropiación cultural”.

Lo curioso es que el video fue colgado originalmente nada menos que en Tidal, que gozó de 24 horas de exclusividad sobre cualquier otro medio de difusión. Ya saben, Tidal, el servicio de streaming propiedad del esposo de Beyoncé. Este hecho pasó desapercibido por las legiones de personas que exigían desde el cierre de las cuentas de redes sociales pertenecientes a Schumer hasta una disculpa pública, sin mencionar siquiera los insultos que la comparaban con Donald Trump, el Ku Klux Klan y los promotores del Apartheid sudafricano.

La tempestad en un vaso de agua tuvo que ser apaciguada por la propia Amy, quien escribió una larga explicación de su sentir sobre “Formation” y la percepción errónea generada por lo que definió como “un tributo”, y jamás una parodia. Eso sí, la comediante dejó claro que no se disculparía. 

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Curiosamente, en la urgencia de muchos por condenar y mostrar una actitud de reprobación absoluta hacia Schumer, Hawn y el resto de las mujeres del video, se perdió un ingrediente clave antes de juzgar lo visto en la pantalla: la intención.

Cierto, el video original de Beyoncé toca temas delicados de violencia hacia la mujer, de discriminación racial y de intolerancia en múltiples sentidos. Pero el mensaje de la canción no deja de aconsejar a todas las mujeres el responder ante la adversidad con unidad… y con información. “Get in formation” y “Get information” es el brillante juego de palabras diseñado por Knowles para emitir un consejo invaluable, pero justo ese fragmento de la letra fue convenientemente ignorado por quienes prefieren ofenderse antes y comprender después.

En su explicación posterior, Schumer recalcó que todo el disco Lemonade y el particular tema que eligieron ella y sus compañeras para homenajear les habían acompañado durante largas y arduas jornadas de trabajo, donde su forma de relajarse y ser felices colectivamente era reunirse a cantar y bailar de manera espontánea. Dejar constancia de ello en un video les pareció un divertido recordatorio de esos momentos, y además obtuvieron la bendición de la mismísima Beyoncé para difundirlo.

Entonces, ¿por qué la indignación? Muy simple: indignarse es fácil. Atrae atención inmediata hacia nosotros, hacia quienes somos, o más bien hacia la versión de nuestras personalidades que queremos exhibir ante los demás. Ser los primeros en llamar la atención hacia algo ofensivo se ha convertido, tristemente, en una prioridad que se adelanta al entendimiento mismo de lo que percibimos como ofensivo.

El video de Amy cantando y bailando al compás de la voz de Beyoncé fue etiquetado como parodia y como una burla, para tornarse rápidamente en franca afrenta y en racismo descarado. Ese fue el proceso de juzgar algo que hizo quien depende de provocar al público para ser relevante en su medio. Y pésele a quien le pese, los comediantes más perdurables y trascendentes deben ser capaces de incomodarnos y cuestionarnos.

Solo que no se trató nunca de un video de comedia. Fueron mujeres (una de ellas afroamericana) divirtiéndose con una obra artística que les motivó a hacer algo distinto. Quizá deberíamos pensar dos veces si las expresiones de gozo ajenas nos incomodan por sí mismas… o más bien por provocarnos envidia.

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