Se dice que con el talento se nace, y que para ser un genio no necesitas tener unos súper genes sino determinadas actitudes. Para darle total veracidad a este argumento, nos encontramos con Lin-Manuel Miranda, el dramaturgo de origen puertorriqueño que ha hecho que Broadway sea cool otra vez.
Para muchos Miranda ya es un ícono. Su lista de éxitos es extensa, e incluye el premio de la Fundación McArthur (2015), y un Pulitzer (2016) en la categoría Drama, reconocimiento que solo ha sido otorgado a nueve musicales durante el siglo de existencia de tan respetado galardón. Esto lo coloca en el exclusivo grupo de obras musicales que han recibido un Pulitzer, entre los que destacan escritores de la talla de Nicholas Dante (A Chorus Line, 1976) y Jonathan Larson (Rent, 1996).
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Nacido en Nueva York, en el vecindario de Washington Heights, y criado en Inwood (un barrio predominantemente hispano), Miranda, como todo talentoso artista que cuenta con la fortuna de criarse en una ciudad cosmopolita, no perdió la oportunidad de cultivar su multifacética carrera de escritor, compositor, rapero y actor.
Sus raíces son puertorriqueñas, y su identidad latina siempre ha estado muy presente, característica que sin duda se encuentra representada en su obra estelar Hamilton a través de la diversidad. De niño se iba de vacaciones a la casa de sus abuelos en Puerto Rico, razón por la cual es muy activo a la hora de apoyar iniciativas a favor de la isla.
En marzo de este año, Miranda se unió a los senadores demócratas Kirsten Gillibrand, Charles Schumer, Elizabeth Warren, entre otros, para respaldar un proyecto de ley del Senado que permitiría a Puerto Rico declararse en quiebra para así, aliviar significativamente, los US$ 70 mil millones que adeuda. Y como dato curioso, también tuvo el honor de rapear con el presidente Barack Obama, durante su visita a la Casa Blanca.
Pero además de su activismo político y sus reconocimientos profesionales, el musical de Miranda se ha convertido en un fenómeno cultural que le ha dado un aire de fresco a Broadway. ¿Por qué? Hamilton es una representación fiel de los Estados Unidos, especialmente por la diversidad que representa al país actual. Con un elenco compuesto mayoritariamente por actores y músicos pertenecientes a las comunidades hispana y afroamericana, la obra es un ejemplo de inclusión artística y social. Una verdadera reinterpretación del origen de un país, que habla el lenguaje del mundo contemporáneo de hoy, hip-hop, rap y la variable multicultural.
¿Pedimos más? Como nada es perfecto, conseguir una entrada para ver la obra se ha convertido en algo muy exclusivo y costoso.
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En una industria tan competitiva que no siempre logra atinar con sus obras, y que, a veces, parece aletargarse, Hamilton es Broadway, y lo ha hecho despertar. Eso sí, nos tomó desprevenidos para luego dejarnos queriendo más. Y cuando pensamos en todo lo que Miranda ha logrado, desde sus comienzos hasta llevarse 11 premios Tony y un Grammy al Mejor álbum de un musical, no podemos dejar de pensar en el legado que representa el trabajo del boricua.
Y entonces volvemos al comienzo de este artículo, las actitudes que hacen de alguien destacarse e influenciar a muchas generaciones. El genio de algunos y el privilegio de muchos de presenciarlo. A Miranda le tomó tiempo concretar la realización de este musical, a pesar de haber tenido éxito con su anterior obra, In The Heights, pero como todo luchador, continúo trabajando hasta hacer de Hamilton uno de los grandes musicales modernos de nuestros tiempos.
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