Fidel Castro
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Tengo la mórbida y probablemente criticable costumbre de, al momento de enterarme del fallecimiento de un famoso, buscar en la memoria y en los medios a mi alcance las representaciones que se hayan hecho en la pantalla del celebrado difunto. Lo siento como una especie de barómetro acerca de la posible identificación de la persona con la cultura popular, o al menos esa es mi explicación para tan atípico comportamiento.

Por ello me encuentro ligeramente sorprendido por la ausencia de Fidel Castro (¿“afidelia”?) en producciones hollywoodenses. No es que el cine y la televisión se hayan apartado de abordar los años de la Revolución Cubana o que se le considere un tema tabú. Tampoco estamos hablando que los embargos comerciales se hayan extendido a la realización para la pantalla. Es que Castro, por raro que parezca, no ha merecido la atención que debería garantizar su polémico historial.

Un vistazo raudo a IMDB permite descubrir que Demián Bichir interpretó al barbado dictador en Che (2008) del director Steven Soderbergh. Aunque es una actuación competente, ni la película fue un rotundo éxito ni la tenemos como referente inmediato sobre la figura de Fidel, por no obviar que la trama gira en torno a Ernesto ‘Che’ Guevara como personaje central.

¿Y qué más? Muy poco. Víctor Huggo Martin fue el personaje titular de Fidel (2002), una película para televisión que no generó gran respuesta de críticos o público en general. Existen varios documentales que se enfocan en la vida del fallecido dictador (tan sólo tres de ellos son de Oliver Stone), pero tampoco son muchos. Ni siquiera tenemos a Castro como objeto de sátira frecuente, al estilo del norcoreano Kim Jong-un en The Interview.

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Es difícil explicar por qué no hay más presencia de Fidel en dramatizaciones. Es el protagonista inequívoco de una época globalmente relevante, pero ni en las películas que abordan la crisis de los misiles en Cuba lo vemos a cuadro. ¿Kennedy o Khrushchev? Sobran ejemplos para ambos, con multitud de actores reconocidos y obscuros en sus respectivos roles. Pero esperaríamos al menos una versión de los hechos que incluyera al cubano que alojaba los dichosos misiles en su isla, ¿no? Pues no, brilla por su ausencia.

Odio recalcar la revisionista y romántica versión del ‘Che’ Guevara que se nos ha presentado en filme, televisión y hasta en camisetas, pero al menos existe de él un vestigio cultural en múltiples producciones. Guevara, sin embargo, es un mero engrane dentro del movimiento que siempre tuvo a Castro como estandarte y motor. Un motor que recién se apagó por completo, pero cuyas alcances históricos resonarán durante décadas.

¿Falta material, entonces, para hacer una historia interesante acerca de Fidel Castro? Por supuesto que no. Sus años previos a la guerrilla son un magnífico preámbulo para entender cómo un idealista se convirtió eventualmente en un caudillo y luego en un dictador. Incidentes como la mencionada crisis misilística o el ataque a la Bahía de Cochinos no se han abordado desde el punto de vista cubano, donde él sería el eje narrativo. Y sí, tenemos mucho historial con los inmigrantes cubanos que llegaron a Miami, pero jamás vemos a Castro moviendo los maquiavélicos hilos detrás de la fuga de los balseros, por ejemplo. O su prolongada y tortuosa relación con el imperialismo. No el yanqui, que es el discurso gastado, sino con el soviético, que fue tanto o más agresivo.

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Tampoco hay carencia de actores de renombre con facultades para interpretarlo. Bichir lo hizo muy bien, pero seguramente hay decenas de nombres interesados en mostrar su versión de alguien que es igualmente vilificado y venerado, un líder con un legado en abierto debate gracias a polémicas decisiones, inflexible voluntad, crueldad evidente y finalmente, incapacidad para reconocer que los valores de su revolución habían sucumbido ante su propia fascinación por el poder.

Es muy pronto para pedirle a Hollywood una película objetiva e interesante sobre Fidel Castro, aunque creo estar seguro que en estos momentos hay docenas de ejecutivos de estudios repasando guiones para biopics inspirados en su figura. El problema es que se caerán en extremos si alguno de estas potenciales producciones reciben luz verde: veremos a Fidel como un cruel déspota, o a Fidel como un luchador noble, o a Fidel como un adversario del capitalismo, o a Fidel como un títere del Kremlin, o a Fidel como un héroe, o a Fidel como un villano.

¿Pero veremos al verdadero Fidel? Esperemos que sí. En realidad sabemos poco de alguien que duró tanto en el poder. En lo personal creo que me gustaría saber más.

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