Fashion designer Karl Lagerfeld arrives the
AP Photo/Ramon Espinosa

Esta semana ha sido muy importante para el mundo de la moda, pero sobre todo para el pueblo de Cuba. No nos referimos a otra visita del Presidente Barack Obama a la isla, ni tampoco al popular concierto que The Rolling Stones hizo para sus habitantes hace unas semanas, sino al desfile histórico de una de las casas de moda más importantes, longevas e influyentes del mundo: Chanel.

Como si esto no fuera suficiente, el célebre Paseo del Prado habanero fue el lugar escogido por el legendario Karl Lagerfeld para mostrar su más reciente colección llamada Crucero – temporada 2016/2017. La misma ya ha pasado por diferentes ciudades espectaculares del mundo como Dubái, Nueva York, Seúl, Salzburgo y Venecia. Y ahora le tocó el turno a la nostálgica Cuba, el primer país de Latinoamérica donde se organiza un desfile de Chanel.

Con una espectacular pasarela al aire libre, y bajo los rumores de un posible retiro, Lagerfeld hizo lo que siempre nos tiene acostumbrados a ver de él: brillar. Todo un mundo de ensueño creó el excéntrico diseñador alemán: música, bailes, carros de colección, cruceros, comidas, bebidas, en fin toda una alusión al lujo. Más de 700 modelos, editores y celebridades como Gisele Bündchen, Tilda Swinton, Vin Diesel, entre otros, se dieron cita en el histórico desfile.

Personalidades cubanas también estuvieron presentes, lo cual dice mucho de lo que está pasando en la isla. La cantante Omara Portuondo de Buena Vista Social Club, Mariela Castro (la hija del presidente Raúl Castro), Antonio Castro (el nieto de Fidel Castro), los músicos de Gente de Zona, entre otros, también disfrutaron del espectáculo. A pesar de que se había comentado que las personas no iban a poder acercarse al Prado habanero, esto no sucedió, y mucho cubanos pudieron ver la pasarela de Chanel desde varios ángulos.

Pero pasemos un poco al otro lado de la historia, y empecemos por mencionar que la ropa de Chanel cuesta miles de dólares. Después, para avivar un poco la ironía de lo ocurrido con el desfile, estos productos no son vendidos en Cuba. Y ni hablar del hecho que el sueldo promedio de un cubano es de 25 dólares el mes.

Más allá de la críticas que podamos tener en cuanto al despropósito de este tipo de eventos, en un país donde el pueblo vive con escasos recursos que solo los cubanos más afortunados disfrutan, no podemos dejar de pensar lo que esta experiencia significó para algunos de ellos.

Claro que por algún lado se empieza, y a lo mejor el paso dado por Lagerfeld es una arma poderosa para crear cambios de actitud, visión, etc. También es una plataforma para que el pueblo cubano pueda disfrutar de un día de felicidad y, sobre todo, de ver un mundo diferente, que por más ajeno que les parezca, también les permite soñar. ¡Total, soñar es gratis, como dicen por ahí!

Muchos comentarios a favor destacan que la firma parisina logró simbólicamente romper las barreras culturales entre el comunismo anacrónico de la isla y el lujo que envuelve y representa el mundo de la moda.

En realidad no sabemos hasta qué punto esto sea cierto, pero seguro le abrió los ojos a unos cuantos. Cuba vuelve a soñar gracias a Chanel y el couture de Lagerfeld.

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