La industria del entretenimiento, especialmente Hollywood, es una representación fiel de Darwin y su teoría evolutiva. La supervivencia del más apto es un concepto muy aplicable a la carrera de muchos actores del séptimo arte. Pero más allá de debatir conceptos sociales, o simplemente tratar de deducir cómo el darwinismo hace de las suyas entre los famosos, démosle un repaso a la carrera de unos de los actores más polémicos, talentosos, problemáticos y complejos del cine contemporáneo, el inconfundible Mel Gibson – el hombre de la hora.
La carrera de Gibson es como una montaña rusa, que a tiempos se descarrila, pero cuando vuelve a prestar servicios todos quieren disfrutar de la acción. Y honestamente, Hollywood tiene una fascinación con las buenas historias de los caídos en batalla y de sus regresos triunfales. Actores como Charlie Chaplin, Ingrid Bergman, Robert Downey Jr. o el controversial Roman Polanski son ejemplos de personalidades con grandes polémicas pero también de regresos históricos.
Se dice que la lista negra de Hollywood, la cual confina a los actores al destierro, es temporal. Si bien Gibson ha formado parte de la misma por muchos años, su regreso confirma la teoría de que nadie dura para siempre en tal listado de pecadores cinematográficos. Todo parece indicar que la industria se prepara para darle una calurosa bienvenida al ganador del Oscar como mejor director (Braveheart – 1995).
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Le dicen el paria o el exiliado de la industria pero resulta que su último film, Hacksaw Ridge, estrenado en el Festival de Cine de Venecia, recibió una ovación de pie de 10 minutos. La misma le tomó al actor y sus productores 14 años en realizarla. ¿Y adivinen qué? Ya suena como una de las candidatas a los premios Oscar.
Hacksaw Ridge es la historia de Desmond Doss, un soldado que inspirado por su fe, fue el primer objetor de conciencia del ejército estadounidense durante la II Guerra Mundial. Su historia es la representación del heroísmo puro. El mismo fue condecorado por salvar decenas de vidas sin utilizar una sola arma. Gibson afirmó sentirse inspirado por los logros de Doss quien en los momentos más complicados y cuesta arriba, “estaba desarmado, y solo tenía su fe y sus convicciones”.
El retiro de Gibson ha sido letárgico y controversial. Su carrera se volvió todo un espiral a partir del 2006, año donde estrenó su última película como director, Apocalypto. Y por supuesto, fue duramente criticada por mostrar a los Mayas de una manera despectiva. Pero a pesar de las críticas, muy normales en todas las películas donde participa detrás de las cámaras, la misma fue todo un triunfo en taquilla.
Pero antes de Apocalypto le precedió The Passion of the Christ (2004). Si bien era vox populi que Gibson tenía problemas de alcoholismo y sus puntos de vista conservadores no eran ningún secreto, la supuesta intolerancia a ciertas religiones y su visión extremista del mundo salen a relucir con su controversial película bíblica. A pesar de todo esto, una vez más, la misma fue un éxito financiero –es la película R-rated con más ganancias de taquilla en toda la historia de los Estados Unidos.
A pesar de los altos y bajos del actor, una cosa es cierta, la única manera que te quedes en la lista negra de Hollywood para siempre es cuando ya no puedes generar dinero. Y en el caso de Gibson, esto no aplica, porque en su mayoría, cada película donde actúa o dirige, ha sido rentable. Según Box Office Mojo, en toda su carrera como actor sus películas ha recaudado US$3,928 millones, y como director, US$967.2 millones.
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La pregunta del millón de dólares es, ¿regresará triunfante el australiano al sitial privilegiado de Hollywood? No la tiene nada fácil ya que sus controversias y escándalos han dejado huellas, especialmente su fama de racista y homofóbico. Pero a pesar de esto, su nuevo film podría devolverle el estrellato artístico a Gibson. No es fácil separar a la persona de carne y hueso del arte que el mismo produce, pero su nuevo trabajo parece transcender más allá de sus errores pasados. Amanecerá y veremos.
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