Donald Trump, es el nuevo presidente de los Estados Unidos. El magnate de los bienes y raíces ha dado la gran sorpresa, en contra de muchas de las predicciones y con poco más de los votos necesarios para ganar. Pero así es la política y el sistema electoral de los Estados Unidos.
Ha sido un proceso largo y muy atípico. Muchos responsabilizan a los medios por haber empoderado a Trump en todo este proceso. El irreverente, el exitoso hombre de negocios que busca acabar con el estatus quo de un país que quiere reencontrarse con sus años prósperos, parece haber conseguido en los medios su mejor aliado.
En un día tan importante para los Estados Unidos, la pregunta que muchos nos hacemos es muy simple, ¿son los medios los verdaderos responsables del éxito de Trump? Y es el momento de decir que, no son solo las plataformas de comunicación y sus respectivos equipos los responsables de tal hazaña. Se le da demasiado crédito a éstos y muy poco a Trump, quien lo dio todo en el campo de la batalla electoral, bueno o malo.
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Sus esfuerzos fueron titánicos y su sapiencia a la hora de mover sus fichas lo pusieron en el lugar más privilegiado. Pero sobretodo su manejo de las redes sociales lo catapultaron al éxito mediático total. Por lo que no necesitó ni de las celebridades ni mucho menos de los medios tradicionales para lograr ganar espacios en los Estados claves que le garantizaron su victoria.
Fue un camino rocoso, pero la personalidad batalladora de Trump prevaleció ante las adversidades. Entre controversia y controversia, el incansable magnate superó todas las pruebas puestas en su camino. Y se adentró con todas sus fuerzas y experiencia, típica de un hombre de negocios que lo apuesta todo a ganar, en lo que simplemente podríamos clasificar como las más controversial, negativa e impopular campaña presidencial en la historia de los Estados Unidos.
¿Pero por qué se le complicó a Hillary Clinton su campaña presidencial? Es muy sencillo, estamos ante la nueva forma de hacer campañas presidenciales y política, Trump lo puso en marcha, y le funcionó. Él supo identificar y capitalizar la importancia de los medios a su favor tanto las plataformas digitales como los más tradicionales. Y claro está que todo esto es inédito en una elección presidencial. Démosle la bienvenida a una nueva forma de hacer comunicación política.
Según SocialFlow, una compañía de gestión de medios sociales cuyo software maneja la difusión de noticias para muchas de las principales organizaciones de medios del país, en 12 meses, la población estadounidense ha pasado colectivamente más de 1,284 años leyendo sobre Trump en las redes sociales.
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Ya en enero de este año, antes de ser elegido oficialmente el candidato por parte del partido republicano, Trump había conseguido una cobertura mediática, gratis, que le habría costado (US) $2.4 mil millones en publicidad en todo el mundo –según de la consultora estadounidense mediaQuant.
Por otro lado, durante su campaña presidencial, si Trump hubiera decidido utilizar una estrategia similar en los medios tradicionales, con anuncios publicitarios pagos, le hubiera costado unos (US) $380 millones. En cambio, lo obtuvo de forma gratuita a través de tuits, likes y shares.
El logro de Trump va más allá de sus presencia, también se centra en el mensaje y la estructura del mismo. No olvidemos que con la tecnología de por medio, cualquier persona puede convertirse en un medio de comunicación. El futuro presidente de los Estados Unidos tiene mucha práctica en todo esto y capitalizó a lo grande. No cabe duda que su lema de campaña fue todo un éxito y caló en el gusto de muchos, Make America Great Again (Hagamos a los Estados Unidos grande otra vez).
Existe algo curioso en todo esto. Trump puede dar señales del típico populismo, muy de moda en el mundo, pero nos ha demostrado a todos que sus métodos y visión para manejar la retórica y las plataformas sociales son su mayor fortaleza.
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Estados Unidos amanece con un nuevo presidente – a ser juramentado el 20 de enero de 2017 a las 12:00 pm. Comienza un nuevo capítulo en la historia de la tierra de Thomas Jefferson y George Washington.
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