El pasado fin de semana, la Ciudad de México celebró un magno acontecimiento: el desfile del Día de Muertos. Las principales avenidas del centro de la metrópoli se vieron colmadas de centenares de hombres, mujeres y niños ataviados como las clásicas calaveras elegantes (“catrines” y “catrinas”) inmortalizadas por los grabados del artista José Guadalupe Posada, en medio de carromatos inspirados en la tradición que le será familiar a quienes vieron la secuencia de apertura de Spectre, la más reciente película de James Bond.

Y les será familiar porque, de hecho, todo se basó en dicha secuencia de apertura. 

Aclaremos algo: la tradición del Día de Muertos (o “Día de Los Muertos”, como suele llamársele en otros países) es completa y absolutamente mexicana. Pero no tiene mucho que ver con lo que vimos quienes estábamos en Ciudad de México el sábado pasado. ¿Eso quiere decir que le debemos los festejos a un agente ficticio de MI6, el servicio secreto británico?

En efecto. Y no tiene nada de extraño. Cuando muchos mexicanos vimos Spectre, reparamos en que las impresionantes escenas de Daniel Craig corriendo por las azoteas del Centro Histórico, entre surreales y carnavalescas figuras con rostros pintados como esqueletos, carros alegóricos y música estridente no eran algo precisamente apegado a la realidad. Muy vistoso, eso sí, pero más bien era un espectáculo de hiperrealismo: tomar los aspectos más relevantes de un rito tradicional y presentarlos como una visión única, excesiva y espectacular.

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El gobierno de la Ciudad de México lo vio de otra forma: como una oportunidad de atraer dólares a través del turismo. Y por eso comenzaron a montar un “tradicional” desfile de “Los Muertos” que apenas acaba de ocurrir por primera ocasión.

No es extraño que lo que veamos en pantalla termine por influenciar la realidad cotidiana. Nueva Zelanda y Túnez tienen programas turísticos destinados para que los fans de franquicias cinematográficas como The Lord of the Rings y Star Wars visiten las locaciones donde se filmaron sus admiradas películas, y así el entorno de esos lugares se ha transformado en una tradición turística. Los guías de turistas en el sitio donde se libró la histórica batalla del Álamo siguen escuchando preguntas de “¿dónde está el sótano?”, originadas por el filme Pee-Wee’s Big Adventure. ¿Y quién no se ha emocionado al recorrer Nueva York y reconocer locaciones de cientos de producciones cinematográficas, desde Breakfast at Tiffany’s hasta Sex and the City?

Pero no todo es admiración y reverencia por los lugares que Hollywood ha inmortalizado. El gobierno de Kazakhstan sigue resintiendo la imagen del país ideada por el comediante Sacha Baron Cohen para su personaje de Borat. Los propietarios de la casa de la familia White en Breaking Bad se quejan constantemente de los turistas que arrojan pizzas al techo de la vivienda, emulando una escena clásica de la serie de AMC. Y quienes crecieron con la idea fomentada por comedias ochenteras de que la vida universitaria en Estados Unidos es un interminable desfile de pizza, cerveza, droga y promiscuidad, seguramente se sorprenderán al ver que, en la realidad… no se consume TANTA pizza.

Hablando en serio: mi primer comentario cuando vi el inicio de Spectre fue “pobres de los turistas que crean que así es como celebramos Día de Muertos en México”. Y es que el festejo tradicional consiste en colocar una colorida ofrenda en el hogar familiar o en algunos sitios públicos, donde las personas recuerdan a sus difuntos con elementos que les gustaban en vida: las comidas que degustaban con más alegría, una copa de su bebida favorita, algunas fotos conmemorativas, todo muy normal. La decoración es vistosa y colorida, jamás fúnebre o depresiva. El dorado color de la flor de cempasúchil está presente por todas partes.

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Pero ahora tenemos un desfile. Me alegro por los turistas. Me preocupa un poco el añadir un día más de tráfico insoportable a esta problemática ciudad. Y me pregunto si debería exigirle al gobierno de Estados Unidos que obligue a las universidades a ser un poco más como las que conocí a través de National Lampoon’s Animal House, Porky’s, Old School o Neighbors. En reciprocidad, vamos.

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