El bullying cibernético o cyberbullying parece estar tomando otras dimensiones, y más que complejas, son realmente aberrantes. Y para ratificar lo dicho anteriormente, solo nos basta con analizar el caso de Leslie Jones. La actriz y comediante norteamericana, quien fuera parte del elenco del popular programa de TV Saturday Night Live, es ahora víctima de una campaña perversa, amoral y racista en Internet.
Primero fueron las redes sociales quienes sirvieron como plataforma para los insultos. Desde ese momento, la actriz que protagonizó el controversial remake de uno de los clásicos de los ochenta, Ghostbusters, fue blanco de los ataques más maliciosos en las redes sociales. La constancia e inclemencia de los mismos la obligó a cerrar su cuenta de Twitter. Pero el éxodo digital logró sentar un precedente, que ha pesar de todo lo malo, servirá para continuar exigiendo una política efectiva en contra de los trolls.
El propio cofundador de Twitter, Jack Dorsey, tomó cartas en el asunto y algunos de sus acosadores fueron suspendidos—cosa que no es muy común en estas redes sociales, y causa por la cual son duramente criticados.
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Cuando todo parecía calmarse, Jones vuelve a ser blanco de ataques cibernéticos y ofensas racistas. Esta vez, según informa TMZ, su página web fue hackeada. Los agresores publicaron todo tipo de información personal, incluyendo foto de su licencia de conducir y pasaporte, así como imágenes en las que aparece desnuda —aunque está por confirmarse si las fotos son reales o un montaje.
Una comediante acostumbrada a hacer reír a la gente se encuentra en medio de uno de los momentos más tristes de su vida. Pero no es solo ella la que se ve afectada. Lo sucedido a la actriz es una representación minúscula de lo que el cyberbullying representa y cuán lejos puede escalar en Internet. Ya es hora de que todos, incluyendo las redes sociales, tomemos una posición clara y firme. ¿Dónde está la respuesta práctica y eficaz a esta violencia digital desproporcionada y mal intencionada?
En el caso de Jones, el tema racial está latente. Si bien todo comenzó con las reacciones negativas a su participación en el remake de un clásico de los ochenta, conformado por un elenco femenino, todo repentinamente se centró en el aspecto físico de la actriz. Los trolls fueron directo a criticar el color de su piel y su cuerpo –hasta el punto de ser comparada con un simio.
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El hecho es que la comediante continúa alzando su voz. Probablemente este es el motivo que anima a sus detractores a insultarla. La invasión a la privacidad, con las fotos robadas de su teléfono, busca seguramente acabar con su carrera. Es sinceramente repugnante que estemos hablando de esto, porque lo que hacemos es alimentar el ego de los perpetradores digitales.
Pero no se puede ceder, por eso tenemos que poner este problema en perspectiva. Si los famosos pasan por esto—claramente propensos a este tipo de ataques—qué pueden esperar el resto de las personas. ¿Cuántos niños y jóvenes son, a diario, víctimas de ataques, burlas y acoso en línea?
Ofrecer disculpas o tratar de disipar la negatividad con mensajes positivos es una estrategia, que si bien es poderosa y muy humana, es solo una más. Pero honestamente lo que se necesita es tomar una posición más proactiva para ayudar a eliminar esta nueva anomalía social y digital. No basta con promover hashtags. Esto es un problema de todos, legisladores, empresarios, padres y madres, educadores, entre muchos otros agentes sociales. Esto es apenas el comienzo. Lo ocurrido a Jones hace que el cambio de las políticas y prácticas en línea sea más urgente que nunca.
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