El desfile de grandes nombres que hicieron acto de presencia durante la Convención Nacional Demócrata 2016 podría haberse comparado con la alfombra roja de alguna premiación mediática. América Ferrera intercambió bromas con Lena Dunham respecto a la falta de credenciales del candidato republicano Donald Trump para gobernar al país. Eva Longoria envió un ferviente mensaje al electorado latino para formar un frente común. Elizabeth Banks dirigió un video para el tema musical ‘Fight Song’ donde reunió a una infinidad de estrellas como Mandy Moore, Idina Menzel, Jane Fonda, Sia, Connie Britton y Aisha Tyler, entre muchos otros.
Suficiente, ¿cierto? Claro que no. Lenny Kravitz tocó la guitarra. Los ex jugadores de la NBA Kareem Abdul-Jabbar y Jason Collins representaron a musulmanes y a la comunidad LGBT, respectivamente. Chloë Grace Moretz mostró su apoyo a Hillary Clinton inundando las redes sociales con fotos y videos. Katy Perry, Alicia Keys y Demi Lovato mostraron abiertamente su empatía por quien podría convertirse en la primer mujer presidente de los Estados Unidos de América.
FOTOS Los famosos en la Convención Nacional Demócrata
Y claro, dejando a un lado brevemente a las figuras de TV, cine, música y deporte, tuvimos impactantes discursos de los expresidentes Bill Clinton y Jimmy Carter, del vicepresidente Joe Biden, del presidente Barack Obama y, en el que quizá haya sido el momento más emotivo, de la Primera Dama Michelle Obama.
Unos días antes, en la Convención Nacional Republicana, celebrada en Cleveland, Trump recibió discursos de apoyo por parte del actor Scott Baio (digamos que estaba disponible), el exmodelo Antonio Sabato Jr. (otra agenda sin compromisos), un par de concursantes de reality shows y… varios familiares del magnate de las bienes raíces.
No resulta complicado estimar cuál de los dos aspirantes a la presidencia tiene más partidarios en la órbita de las celebridades. El millonario fue desdeñado por la élite del partido, que se ausentó decididamente del evento. Quizá fue mejor eso a lo que le sucedió con su exoponente en las primarias, Ted Cruz, quien se rehusó a darle su apoyo frente a los delegados y medios presentes. Y ni caso mencionar el curioso caso de que tuvimos discursos de Michelle Obama en AMBAS convenciones, gracias al ya célebre tropiezo de Melania Trump.
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La abrumadora presencia de famosos del lado demócrata no se detuvo ahí. Diversos artistas manifestaron a distancia su apoyo a Clinton, ya fuera mediante mensajes pregrabados o con presentaciones en vivo celebradas en distintos puntos de los EE.UU. Fergie, Lady Gaga, Cindy Lauper, Ricky Martin y más celebridades aportaron su granito de arena. Hasta Bernie Sanders, el gran oponente de la senadora en la carrera por la candidatura, se mostró magnánimo en la derrota y ofreció su apoyo incondicional. Sarah Silverman bromeó con sus partidarios, e incluso Susan Sarandon se hizo presente en el recinto, pese a que su querido Bernie se quedó en el camino.
Y sin embargo cabe preguntar, ¿es relevante esta disparidad? Difícil decirlo. Los demócratas han dominado históricamente la relación entre políticos y luminarias de los medios, pero es preciso aclarar que el impacto real de esta vinculación es francamente debatible. Recordemos que hace cuatro años el admirado Clint Eastwood improvisó una extraña rutina en la Convención Republicana donde sostuvo un contencioso diálogo con una silla vacía, y aún así los resultados en las urnas no fueron tan dispares entre Mitt Romney y Obama.
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¿Sirve de algo, entonces, contar con el aval de los famosos? Hay que recordar que la empatía política posee rostros muy diversos. Mientras existen personas que prefieren ceñirse a las propuestas concretas de los candidatos, también los hay quienes les conceden su voto por verles lanzar una pelota de béisbol o tocando el saxofón. En esos momentos siempre será preferible contar con el apoyo de esos telegénicos rostros antes de tener que echar mano de “apoyos comprometidos” por las esferas partidarias.
Y sin embargo hay una parte de mí que se preocupa al pensar que tanto famoso sólo acaba por desvirtuar la elección convirtiéndola en una especie de competencia burlesca. Y sin mencionar que uno de los candidatos sea, en esencia, la estrella de un reality show medianamente exitoso. Y es que este año estamos unos ciclos de campaña por demás surrealista, ¿esperábamos que las convenciones fueran menos que eso?
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